jueves, 22 de noviembre de 2007

Época Moderna

La época moderna comenzó en el siglo XIII y llega hasta nuestros días. En un principio se caracteriza por una gran literatura popular, antecesora de las literaturas populares de Occidente. El auge de la narrativa y del teatro chino durante la dinatía Yuan mongol (1279-1368), pudo deberse a un rechazo de los intelectuales del régimen mongol, que, en lugar de servirlos, se dedicaron a la narrativa y al teatro. La literatura popular siguió desarrollándose a lo largo de todo este periodo, hasta fundirse en un nuevo movimiento literario más amplio, en los primeros años del siglo XX.
Desde el siglo XII, el teatro chino seguía un modelo autóctono y las obras dramáticas locales más populares adquirían importancia nacional. El teatro Yuan, que se creó en el norte de China, escribía sus diálogos y canciones en un dialecto del norte. El laúd es el instrumento principal y las canciones, que constituían la parte poética de la obra, se consideraban más importantes que los diálogos, se escribían en qu, una nueva forma poética más flexible y expresiva que el shi del período Han y que el cu del período Tang. La obra Yuan se divide en cuatro partes, que se corresponden con los cuatro actos de las obras occidentales; a veces se añade un breve acto adicional que sirve como preludio o como interludio.
En el siglo XIV, la narrativa popular china fue cada vez más importante. Dos de las primeras novelas chinas de esta época, Sanguozhi Yanyi (Historias noveladas de los reinos), novela histórica de guerras y guerreros, y Shuihuzhuan (Al borde del agua), novela de aventuras de héroes bandidos, se pueden considerar la épica en prosa del pueblo chino. Las obras del arte popular derivaban de la tradición oral y tenían el toque genial de muchos escritores, por lo que resultaban muy distintas de las obras compuestas por un solo autor. En general, estos dos tipos de novelas chinas eran muy largas, densas y con excelentes caracterizaciones y descripciones coloristas. Todas estas características también se encuentran en Hongloumeng (Sueño de la habitación roja), una novela realista de Cao Xueqin, que describe detalladamente la prosperidad, la decadencia y la caída de una rica familia oficial.
En el siglo XVII, aparecieron numerosas colecciones de historia breves, que eran recopilaciones copiadas de periodos anteriores u obras compuestas por escritores contemporáneos. Al igual que la novelas, el estilo de estas historias, que ofrecen un retrato intimista de la sociedad china, es coloquial y realista. La antología más popular es Jinguqiguan (Cuentos maravillosos del pasado y del presente), que se compone de 40 historias.
Al tiempo que la era moderna avanzaba, la tradición popular se engrandecía y enriquecía. La literatura convencional, por el contrario, fue perdiendo producción, aunque intelectuales de la alta burguesía, entre los que había grandes escritores, la siguieron cultivando. La preceptiva literaria ya no fue capaz de seguir aportando más que estereotipos. Esta decadencia de la tradición literaria se prolongó hasta el siglo XX, cuando los escritores chinos se dieron cuenta de la necesidad de buscar nuevas fuentes de inspiración. Influidos por la literatura occidental, los escritores chinos, guiados por Hu Shi, comenzaron una revolución literaria conocida como el renacimiento chino. Intentaban utilizar el lenguaje coloquial con fines literarios y elevarlo a la categoría de expresión erudita.
Después de cincuenta años experimentando en esta dirección, la literatura china contemporánea ha madurado y ha mostrado una gran creatividad vitalista. En la primera mitad del siglo XX, los escritores chinos utilizaron la literatura como espejo para reflejar el lado sórdido de la vida, para combatir los aspectos negativos de la sociedad y para propagar el mensaje de la lucha de clases. Con ensayos e historias mordaces atacaban a la sociedad tradicional y escritores como Lu Xun (seudónimo de Zhou Shuren), ayudaron al avance de la revolución socialista. Aunque el espíritu de la literatura cambió el fondo, los caracteres y los sucesos representados, continuaron siendo típicamente chinos.
Durante los años de la revolución cultural (1966-1978) se esperaba que los artistas y escritores se adaptaran a las necesidades del pueblo y la influencia burguesa occidental se atacaba duramente. Desde entonces, se ha permitido una mayor libertad de expresión y se tolera el renovado interés por las ideas y las formas occidentales.
Obtenido de "
http://es.wikipedia.org/wiki/Poes%C3%ADa_china"

Época Medieval

Desde el comienzo de la época medieval, del siglo III d.C. al siglo VII, China estaba dividida en estados rivales y además era víctima de las invasiones de los tártaros. A pesar de todo, la producción literaria de esta etapa no fue en absoluto estéril, como sucedió en la historia de Europa occidental, en la que el periodo equivalente se conoce por edad oscura. La difusión del budismo desde la India, la invención de un tipo de imprenta sin caracteres móviles y el florecimiento de la poesía y la prosa, iluminaron todo el periodo, y se convirtió en uno de los más brillantes de la historia de la literatura china.

Época Clásica

Los ejemplos más antiguos de escritura china son inscripciones en huesos y caparazones de tortuga, que datan probablemente del siglo XIV a.C. Representan divinizaciones dedicadas a los reyes de la dinastía Shang (c. 1766-c. 1027 a.C.), la primera dinastía conocida. Aunque no puede considerarse literatura en el sentido estricto de la palabra, estas inscripciones representan los ejemplos más antiguos de escritura china, que sirvieron de punto de partida para toda la literatura posterior.
La época clásica de la literatura china se corresponde con la de la literatura griega y romana. Las etapas de formación tuvieron lugar del siglo VI al IV a.C., en los tiempos de la dinastía Chou (c. 1027-256 a.C.). De esta época son las obras de Confucio, Mencio, Laozi, Zhuangzi y otros muchos grandes filósofos chinos. Culminó con la recopilación de los llamados ‘cinco clásicos’, o clásicos confucianos, y otros tratados filosóficos. En los siglos siguientes a la época clásica se fijó el modelo confuciano y el confucianismo se convirtió en la enseñanza ortodoxa, que marca la tradición clásica que ha perdurado hasta nuestro siglo.

Literatura China

Existen dos tradiciones en la literatura china y la popular o coloquial. La última se remonta a más de mil años antes de la era cristiana y ha existido hasta nuestros días. En un principio consistió en poesía más tarde en teatro y novela y después fue incorporando obras históricas, relatos populares y cuentos. Los intelectuales de la clase oficial, que eran los que dictaban los gustos literarios, no la creyeron digna de estudio y la consideraron inferior durante mucho tiempo. Su estilo brillante y refinado marca los principios de la tradición literaria ortodoxa, que comenzó hace 2.000 años. Hasta el siglo XX, la literatura popular no obtuvo el reconocimiento de la clase intelectual.
La literatura china puede dividirse en tres grandes épocas históricas, que se corresponden, más o menos, con las de la historia de la literatura occidental: la época clásica, que abarca desde el siglo VI a.C. hasta el siglo II d.C.; la medieval, desde el siglo III hasta el final del siglo XII, y la moderna, desde el siglo XIII hasta nuestros días.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Los Cuatro Dragones


Hace muchos, muchísimos años, no había ni ríos ni lagos en la tierra, solamente existía el Mar el Este, en el que vivían cuatro dragones: el Dragón Largo, el Dragón Amarillo, el Dragón Negro y el Dragón Perla.Un día, los Cuatro Dragones salieron a la superficie del mar y decidieron ir a darse una vuelta por el cielo. Allí jugaron al escondite entre las nubes esponjosas, volaron y planearon, saltaron y rieron.De repente, el Dragón Perla gritó: -¡Venid aquí, rápido!-¿Qué ocurre? – preguntaron los otros tres, mirando hacia dónde señalaba el Dragón Perla. Sobre la tierra, vieron a mucha gente sacando frutas y tartas y quemando varitas de incienso. ¡Estaban rezando! Una mujer joven, arrodillada en el suelo con un niño delgado sobre la espalda, imploraba:- Por favor, Dios del Cielo, envíanos lluvia rápido o no tendremos nada para comer….No había llovido desde hacía mucho tiempo. Los cultivos se marchitaban, la hierba se volvía de color amarillo y los campos se secaban bajo el sol abrasador.- ¡Pobre gente! ¡Qué pena me dan!- dijo muy triste el Dragón Amarillo.- Si no llueve pronto, no tendrán nada para comer y morirán…- dijo el Dragón Negro.Los Cuatro Dragones se quedaron muy pensativos buscando alguna solución para ayudar a la gente de la Tierra.- ¿Y si fuéramos a ver al Emperador Jade y le pidiéramos que enviara lluvia a la Tierra? - propuso el Dragón Perla.- ¡Muy buena idea! – contestó el Dragón Amarillo.- ¡Sí! ¡Seguro que él podrá ayudar a esa pobre gente! – contestó el Dragón Negro.Así que los cuatro Dragones se dispusieron a visitar al poderoso Emperador Jade, que vivía en el Palacio Celestial.El Emperador Jade era muy poderoso, ya que se encargaba de los asuntos del Cielo, de la Tierra y del Mar. Los cuatro Dragones entraron corriendo en el Palacio Celestial. El problema que les traía era realmente urgente, pero al Emperador no le gustaron aquellas prisas, ya que estaba en un concierto de hadas.- Qué estáis haciendo aquí, vosotros? – les preguntó enfadado. – ¿No deberíais estar en vuestro Mar?El Dragón Largo se acercó al Emperador y le dijo: - Majestad, hemos venido a pedirle que envíe un poco de lluvia a la Tierra. Los cultivos en la Tierra se están secando por falta de lluvia y pronto las gentes no tendrán nada para comer.- Está bien- dijo el Emperador Jade.- Iros tranquilos. Mañana enviaré la lluvia.-
Y siguió escuchando tranquilamente las canciones de las hadas.- ¡Muchas gracias Majestad! – contestaron felizmente los Cuatro Dragones.Pero pasaron diez días y todavía no había caído una gota de agua sobre la Tierra. La gente pasaba hambre. Comían cortezas de árbol o raíces de plantas y cuando esto se acabó, comieron incluso arcilla.Viendo esto, los Cuatro Dragones se sintieron muy mal y se dieron cuenta que el Emperador Jade sólo se preocupaba de pasárselo bien, sin tomar en serio los problemas de la gente. Sólo podían confiar en ellos mismos para ayudar a la gente de la Tierra. Pero, ¿cómo iban a hacerlo?Mirando hacia el mar, el Dragón Negro dijo que había tenido una gran idea.- ¿Qué es? Vamos, rápido, ¡cuéntanoslo! – gritaron los otros tres Dragones.- Mirad, ¿no veis que hay muchísima agua en el mar en el que vivimos? ¡Podríamos llenar nuestras bocas de agua y luego rociarla sobre la Tierra! ¡Sería como la lluvia!- explicó el Dragón Negro.- Es una idea fantástica – dijo el Dragón Amarillo.- Los campos se regarán y la gente podrá recoger las cosechas y no morirá de hambre! ¡Vamos, no hay tiempo que perder!- Esperad un momento- dijo el Dragón Perla muy pensativo.- ¿Qué ocurre ahora? ¿No ves que tenemos prisa? – contestó el Dragón Largo.
– ¡La gente de la Tierra está esperando la lluvia!- ¿No habéis pensado que el Emperador Jade nos castigará si se da cuenta?- A mi no me importa- contestó el Dragón Largo con determinación. –Haría lo que fuera para ayudar a esa gente.- ¡Pues a mi tampoco me importa! – contestó el Dragón Perla.El Dragón Amarillo y el Negro se miraron y dijeron a la vez: - ¡A nosotros tampoco!- Entonces, ¡manos a la obra! ¡Pase lo que pase, nunca nos arrepentiremos de esto!- exclamó el Dragón Negro.Así que volaron hacia el mar. Abrieron bien sus bocas y las llenaron de agua. Volvieron a alzar el vuelo y revolotearon por el cielo, produciendo viento. Sus alas taparon el sol y la gente miró al cielo creyendo que de verdad se avecinaba una gran tormenta. Entonces los cuatro Dragones empezaron a pulverizar el agua sobre la tierra.Cuando habían vaciado sus bocas, volvían a llenarlas en el mar y subían al cielo otra vez. Y así lo hicieron una vez y otra, hasta que había caído una buena lluvia sobre la Tierra.La gente salió de sus casas mirando hacia el cielo y gritando con alegría: - ¡Está lloviendo, está lloviendo! ¡Salvaremos la cosecha!El agua cayó sobre la Tierra y los campos reverdecieron. La gente cantaba para agradecer al Dios del Cielo la lluvia y los niños bailaban y saltaban sobre los charcos de agua.Cuando el Emperador Jade se dio cuenta que estaba lloviendo se puso furioso. ¿Cómo se habían atrevido a llevar lluvia a la Tierra sin su permiso? Ordenó que sus soldados fueran a buscar a los Cuatro Dragones y los trajeran ante él. Estaba dispuesto a castigarlos muy duramente por haberlo desobedecido.Cuando los Dragones estuvieron en el Palacio Celestial, el Emperador Jade llamó al Dios de la Montaña y le ordenó que trajera cuatro montañas para encerrar a los Cuatro Dragones. El Dios de la Montaña trajo volando cuatro montañas y las colocó sobre los cuatro Dragones, que quedaron atrapados sin poder moverse.Aún así, los Cuatro Dragones nunca se arrepintieron de lo que habían hecho, porque habían ayudado a gente que lo necesitaba.Convencidos de querer hacer siempre buenas acciones para ayudar a los hombres, los Cuatro Dragones se convirtieron en cuatro ríos, que fluyeron a lo largo de altas montañas y profundos valles, cruzando la tierra y ofreciendo su agua a las gentes, para llegar finalmente al mar.
Y de esta manera se formaron los cuatro grandes ríos de China:


Heilongjian (el Dragón Negro) al norte
Huang He (el Dragón Amarillo) en el centro
Changjiang (Iang-Tsé o río Largo) al sur
Xi Jiang (Perla) en el lejano sur

Quince Monedas Honestas


Érase una vez una pobre mujer y su hijo que vivían en una pequeña aldea. Todos los días se levantaban antes del amanecer para recoger leña en el bosque. Luego el niño la llevaba al mercado para venderla como combustible en cocinas y chimeneas. Con el dinero que obtenía compraba las cosas que necesitaban: aceite, huevos y arroz, y luego regresaba a casa.
Un día, cuando estaba en el mercado esperando pacientemente a que la gente le comprara su leña, de repente vio un pequeño monedero que seguramente se le había caído a alguien. No sabía que hacer con él, así que corrió a su casa para enseñárselo a su madre.
“Madre, mira lo que he encontrado”, dijo el niño. Abrieron el monedero y contaron 15 monedas de oro.
“La persona que lo perdió debe estar preocupada. Tienes que volver al mercado y encontrar a la persona que lo perdió. Puede ser una persona tan pobre como nosotros que tenía pensado usar el dinero para arroz y aceite. Tú simplemente tienes que permanecer en el mismo lugar donde encontraste el monedero, y seguramente que la persona que lo perdió vuelve a buscarlo allí. El conservar las monedas me hace sentir muy mal, o sea, que apresúrate y encuentra al propietario”
Así que, tal como deseaba la madre, el chico volvió al mercado para encontrar al propietario. Poco tiempo después se dio cuenta de que un comerciante miraba para todos los lados como si hubiera perdido algo.
“¿Señor, ha perdido usted algo? Le preguntó el chico.
“Sí, he perdido un monedero. Debe habérseme caído en alguna parte”
“¿Es este el monedero, señor? Preguntó el niño al comerciante.
“¡Oh, sí! Exclamó el hombre, e inmediatamente comenzó a contar las monedas que había dentro.
“1, 2, 3,…¡15! ¡Sólo hay 15! Tenía 30 monedas en el monedero. Tú te has quedado con 15. ¿Cómo te atreves a robar mi dinero?”
“Yo soy honesto, señor, se lo aseguro, había solamente 15 monedas en el monedero”, lloraba el niño.
Comenzaron a discutir, y poco después una gran multitud de gente se reunió allí para ver lo que pasaba. La discusión empeoró, cada uno acusando al otro de no ser honesto. La gente que se arremolinaba alrededor les decía que fueran a ver al juez para terminar con la disputa, así que, al final, una larga hilera de gente se encaminó hacia la oficina del juez.
“¿Cuántas monedas había en el monedero?” Preguntó el juez al chico.
“Quince, señor”
“¿Y contaste tú solo las monedas?
“No, señor, mi madre también estaba allí, y las contamos juntos”, explicó el chico.
Al oír esto, el juez mandó a llamar a la madre y le preguntó lo mismo.
Ella contestó con honestidad que había quince monedas en el monedero.
“Le dije a mi hijo que volviera al mercado inmediatamente para intentar encontrar al propietario”
El juez echó una larga mirada a la mujer y a su hijo, y luego le preguntó al comerciante:
“¿Cuánto dinero has perdido?”
“Perdí 30 monedas de oro. Este chico me ha robado 15 monedas. Exijo que me las devuelva inmediatamente.”
El juez echó una larga mirada al comerciante también y consideró qué sería lo más justo. Después de un rato, una ligera sonrisa apareció en su rostro y declaró:
“Como insistes en que has perdido un monedero con 30 monedas de oro, este monedero no puede ser el tuyo, por lo tanto no lo podrás reclamar”.
Mirando al chico, dijo:
“Dado que tú encontraste el monedero y nadie con derecho a él lo ha reclamado, puedes quedarte con el dinero para comprar las cosas que tu madre y tú necesitéis. Caso cerrado”
Todas las personas en la sala, excepto el comerciante, se sintieron satisfechos, y creyeron que había sido la mejor decisión”.

MOLA

(Cuento de la nacionalidad yugu)




Hace muchísimo pero muchísimo tiempo, el pueblo de la nacionalidad yugu atravesó el desierto de Gobi, junto con sus camellos, vacas y ovejas y pasando cenagosos pantanos, a través de la estepa, caminando caminando llegó desde el lejano Xinjiang hasta el pie de las montañas Qilian, en Gansu. Al pie de dichas montañas se daban buenas condiciones para el pastoreo del ganado. Los animales eran gordos y fornidos y los pastores estaban satisfechos. Sin embargo, bajo la montaña había una cueva de hielo donde habitaba un genio de la nieve. Este genio salía frecuentemente a hacer diabluras, trayéndole muchas catástrofes a los habitantes de la pradera. Cada vez que la gente veía levantarse una neblina blanca de la cueva de hielo, ya se sabía que el genio estaba enfadado. En menos de dos horas se levantará una tormenta de viento y nieve, que no parará en por lo menos diez o quince días. ¡Una gruesa capa de nieve cubría la pradera, los hombres no tenían leña para quemar, las bestias no encontraban qué comer y los terneros y los corderos se morían congelados al no poder soportar el frío! ¡Cuántas veces la gente le había prendido incienso al genio y se había golpeado la frente contra el suelo sin que éste se inmutara! Había un Mola que hervía de furia viendo las atrocidades que efectuaba el genio de la nieve. Una vez, Mola le preguntó a su abuelo:- ¿Por qué no se elimina de una vez a este genio tan feroz?El abuelo negó con la cabeza.- Hijo, los recursos de este genio son muy amplios, ¡nadie se atreve a tocarlo!- ¿Acaso no hay nadie en el mundo capaz de someterlo?- Sólo el dios del sol. Pero éste vive en el mar Donghai. Hay que atravesar altas montañas y hacer un largo camino para llegar hasta él. ¿Quién podría aprender sus artes y tomar sus tesoros?Mola escuchó las palabras de su abuelo, irguió el pecho y dijo con firmeza:- Si de esa forma se consigue doblegar al genio de la nieve, aunque las montañas sean altas y el camino largo, yo quiero ir a pedirle al dios del sol que me enseñe sus artes y me dé sus tesoros.Cuando la gente de la pradera se enteró de que Mola quería ir a buscar al dios del sol, fueron todos a despedirlo. Un viejo pastor de la orilla este le regaló un precioso caballo capaz de correr diez mil li al día. Una abuelita de la orilla oeste le obsequió una preciosa ropa impermeable. Un cazador de la montaña del sur le ofreció un carcaj con flechas milagrosas e infalibles. Una joven pastora de la montaña del norte puso en sus manos un látigo. Entre las ovaciones de la multitud el pequeño héroe se vistió con la ropa preciosa, se colgó el carcaj, montó el caballo y utilizó el látigo para dirigirlo. Así partió hacia el este, lugar de donde sale el sol, como un rayo en su montura.El caballo corrió con su jinete por mil li de pradera y cruzó diez mil montañas nevadas. Cabalgando y cabalgando, de pronto se presentó un escabroso precipicio que les obstaculizaba el camino. El precipicio se denominaba “Filo de cuchillo” ya que llegaba a penetrar en las nubes. El precioso caballo sudaba a chorros tratando de rodear el precipicio. Pasarlo volando sería más difícil que subir al cielo. Mola estaba desesperado cuando de pronto, un pájaro cantó en su cabeza:Hermano Mola, hermano Mola,El caballo precioso puede atravesar el cielo¿Por qué no utilizas tu látigo?Mola tomó el que le había dado la muchacha y lanzó a aire un fuerte latigazo. Entonces se oyó como una explosión, al tiempo que el extremo del látigo se alargaba y llegaba hasta las nubes, llevando consigo al joven y al caballo, que de esta forma pasaron el precipicio.Mola siguió hacia el este y quién sabe cuántos miles de li había cabalgado cuando apareció una selva, llamada “Selva del tigre negro”, porque allí vivía el espíritu de un tigre de ese color.Cuando el tigre vio que en sus dominios entraba un desconocido lanzó un gran rugido y se tiró sobre el niño. El caballo se pegó el gran julepe y disparó en dirección contraria. El espíritu les pisaba los talones y ya los iba a alcanzar cuando se oyó de nuevo el canto del pájaro:Hermano Mola, hermano Mola,El espíritu del tigre no puede lastimar a un héroe¿Por qué no usas tus flechas?Mola sacó entonces el arco, colocó la flecha, se dio vuelta y apuntó al enemigo. Sólo se escuchó el tintín de la cuerda del arco y el último rugido del espíritu, que cayó muerto.Mola volvió a dirigir a su caballo hacia el este y continuó cabalgando. No se sabe cuántos otros miles de li corrieron hasta llegar a las orillas del mar Donghai. A lo lejos se divisaba el palacio del dios del sol reflejado por los rayos rojos. Por el mar inmenso, las olas muy altas, el caballo relinchaba y relinchaba sin atreverse a pasarlo. En ese momento en que Mola estaba muy preocupado volvió a escuchar el canto de aquel pájaro.Hermano Mola, hermano Mola,Cuando los héroes encuentran peligros no temen¿Por qué no usas tu ropa impermeable?Dicho y hecho, Mola se vistió con la ropa impermeable y dirigió a su caballo hacia el mar. En eso vio que el agua se abrió en dos formando un camino y las olas se retiraron. El caballo pisó por allí y llegó cabalgando hasta el palacio del dios sol. Allí estaba sentada un hada de guardia, una discípula del dios. Muy joven, vestía de verde y rojo, y era muy hermosa. Cuando la muchacha observó que un desconocido se dirigía en su caballo hacia el palacio gritó: “¡Ah! ¡Con que entrando a la fuerza! ¡Mire mis armas mágicas!” Y echó al aire un águila que voló con intención de atrapar a Mola. Pero éste sacó el arco y las flechas y dio en el blanco. Así, el caballo siguió avanzando. La muchacha, asustada, se apresuró a entrar y ¡plaf! cerró la gran puerta. Mola se bajó del caballo y golpeó con el puño la puerta fundida en oro con incrustaciones de plata, al tiempo que gritaba:Abre por favor, dios del solEl pueblo de la pradera sufre catástrofesY quiero aprender tus artes y obtener tu tesoropara doblegar al genio de la nieve.Así estuvo gritando y golpeando la puerta durante tres días y tres noches, sin parar un segundo, hasta que se le hincharon las manos y le comenzaron a sangrar y, con la garganta destrozada, ya casi no podía hablar. Al fin, el dios del sol se conmovió y ordenó a la muchacha que lo dejara entrar. Esta abrió la puerta y llevó a Mola a ver al dios. El poderoso vestía un traje rojo, llevaba un sombrero de oro y se abanicaba el cuerpo con un abanico de ese mismo metal, de forma que los reflejos dorados salían de todas las partes del cuerpo, encandilando de manera tal que no se podían abrir los ojos.- ¡Valiente niño! – exclamó sonriendo al tiempo que se mesaba su barba roja de tres chi de largo –. Ya sé cuál es la razón que te trae hasta aquí. Te voy a prestar una calabaza de fuego mágico y te enseñaré cómo manejarla. Cuando sometas al genio de la nieve, me devolverás la calabaza y yo te recibiré como aprendiz. – Y diciendo esto sacó de su cintura una calabaza radiante y se la entregó a Mola. Luego ordenó a la guardiana que le enseñara al niño las palabras mágicas para manejarla.Mola agradeció al dios del sol y siguió a la joven hasta la puerta. Entonces notó que el pelo de su caballo se había vuelto blanco. Con un gran susto preguntó a qué se debía eso y la muchacha le contestó:- Un día aquí equivale a un año en el mundo de los humanos. Hace cuatro días que llegaste, por eso tu caballo también ha envejecido.Mola quedó muy inquieto y le pidió a la muchacha que le enseñara cuanto antes las palabras mágicas. Aunque no eran muchas, sí eran difíciles de recordar y las tuvo que repetir ochenta veces hasta que se le grabaron. Pero todavía le faltaba aprender las palabras mágicas para recuperar la calabaza después de usarla. Mola estaba muy intranquilo al pensar que había abandonado su casa por tantos años y de no saber qué nuevos desastres habría vuelto a ocasionar el genio de la nieve en todo ese tiempo. ¡Cómo deseaba partir ya mismo y terminar con ese maligno ser! Por eso, la memorización de las otras palabras le resultó aún más difícil. A duras penas, y después de repetirlas unas cuarenta veces, pudo recordarlas. Entonces se despidió apresuradamente de la muchacha y emprendió el camino de regreso.Desde que el niño había partido, los habitantes de la pradera anhelaban día y noche que volviera pronto para que terminara con el genio malvado. Pero los años iban pasando uno tras otro y él no volvía. “¡Ay! Pobre Mola, tal vez ya no regrese nunca” – exclamaban todos.Y Mola llegó apenas en el invierno del octavo año, lleno de tierra y caminando dificultosamente. Y es que el caballo con el que había partido ya estaba muy viejo y se había muerto de fatiga en la mitad del camino. El valiente rapaz no había temido a las altas montañas y al largo camino, siguiendo su marcha a pie.Al segundo día de su llegada al pueblo natal, el genio de la nieve comenzó nuevamente a lanzar una niebla blanca, provocando una terrible tormenta de nieve. Mola se dispuso a poner en práctica las artes que había aprendido para someterlo. Con la calabaza mágica en la palma de la mano, se dirigió, desafiando al viento y a la nieve, al pie de las montañas Qilian. Los aldeanos lo seguían desde lejos con tambores, para animarlo. Mola caminó a grandes pasos hasta el pie de la montaña, dijo las palabras mágicas y la calabaza salió volando de sus manos. Entonces se vio un destello rojo y la calabaza, como una bola de fuego, voló precisamente hacia la cueva de hielo del genio. Al instante la cueva comenzó a arder. De esta forma, el cruel genio que durante tantos años había hostigado a la gente, murió en su cueva en medio de las llamas.Cuando el genio expiró, las llamas todavía seguían vivas. Mola pensó en las palabras mágicas para recuperar la calabaza, pero se había olvidado completamente de ellas. El fuego seguía y seguía y ya habían pasado tres días con sus noches, pero todavía no se extinguía. Mola estaba requetepreocupado, ya que temía que las llamas se extendieran hasta los bosques y la pradera, ocasionando otra desgracia a los habitantes. Entonces tomó la decisión de arrojarse a las llamas para rescatar él mismo la calabaza. Así, se arrojó sobre la calabaza, hizo presión sobre la boca por donde salía el fuego y éste poco a poco se fue reduciendo. Pero el valiente Mola fue fundido por el fuego transformándose en una montaña de piedras rojas, que quedó levantada al lado de la pradera. Esa montaña de piedra siempre está muy caliente. Allí no crecen árboles ni ningún tipo de vegetación y las nieves de varios li a la redonda se derritieron por su temperatura. Al derretirse, hicieron crecer el caudal del río Baiyang y la hierba de la pradera comenzó a crecer más frondosa. Las vacas y las ovejas devinieron fuertes y gordas, la prosperidad reinaba entre los hombres. La nacionalidad yugo vivió entonces tranquilamente. Cada vez que un cazador va de excursión a la montaña o un pastor se dirige allí a cuidar del ganado, cuando ven a lo lejos la montaña de piedras rojas erguida hacia el cielo le ofrecen sus respetos muy conmovidos a Mola, el héroe hijo de la pradera que sometió al genio de la nieve.






Cuentos populares chinos
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS BEIJING
Traducido del chino por Laura A. Rovetta Primera edición 1984